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Disfunciones sexuales, cuando algo se rompe en la intimidad

A veces te miras al espejo y no sabes en qué momento empezó a cambiar todo. Solo sientes que ya no es igual. Que las conversaciones con tu pareja se llenaron de silencios, que tu cuerpo no responde a tus deseos, no es como antes o que algo en ti se apaga, sin poder entender por qué.

Y cuando esto pasa, cuesta mucho pedir ayuda. Se siente como una rendición. Pero no lo es. Es un intento de volver a encontrarte.

La terapia de pareja

Si alguna vez has querido entender por qué con la persona que más amas terminas discutiendo por tonterías, la terapia de pareja puede ser ese espacio donde por fin respiras.
No hay jueces. No hay ganadores. Solo son dos personas intentando recordar cómo se hablaban antes de que todo se volviera tan complicado.
Ahí se aprende a escuchar de verdad, sin preparar la respuesta, sin buscar culpables. Se redescubre lo que se perdió entre las rutinas, los miedos y las expectativas.

Es importante decir que el terapeuta no da recetas mágicas. Sólo ayuda a ordenar lo que se desbordó.
A veces basta con poner en palabras algo que ambos venían sintiendo pero que nadie se atrevía a decir.
Cuando eso sucede, algo cambia. No siempre se arregla todo, pero al menos se entiende el porqué. Y eso ya es un comienzo.

El tratamiento de la disfunción eréctil

La disfunción eréctil no es solo un tema relacionado al cuerpo. También lo es del alma.
Muchos hombres callan por vergüenza, por miedo a decepcionar o porque creen que hablarlo los hace menos hombres.
Lo cierto es que esa presión de “tener que rendir” en la intimidad termina alejando más que acercando.

En terapia, se habla sin filtros. Se quita el peso de lo que se supone que “debería pasar”.
A veces la causa es física, sí. Pero otras veces es el estrés, la ansiedad o el miedo al fracaso lo que bloquea todo.
Y cuando logras mirar eso sin culpa, el cuerpo empieza a responder de otra forma.
No hay un truco, hay tiempo, acompañamiento y un tipo de confianza que solo se construye cuando uno se atreve a ser sincero.

El tratamiento de la eyaculación precoz

La eyaculación precoz, por su parte, tiene mucho de eso: del miedo a fallar, del apuro por hacerlo bien, del querer controlar algo que justamente se pierde cuando más lo fuerzas.
No es falta de amor ni de deseo. Es la ansiedad disfrazada de prisa.
Y se puede tratar.

En terapia para la eyaculación precoz, se trabaja con la respiración, con las pausas y con ejercicios, pero sobre todo con comprensión.
Cuando entiendes que no estás solo y que tu valor no depende de lo que pasa en unos minutos, algo se libera.
El cuerpo deja de ser enemigo y vuelve a sentirse tuyo.

Volver a lo esencial

Estas tres formas de terapia tienen algo en común: te devuelven a ti.
Te recuerdan que el sexo, el amor y la conexión no se miden en desempeño ni en promesas cumplidas, sino en presencia, en ternura, en comunicación real.

Si estás pasando por un momento así —si tu cuerpo se cierra, si la distancia crece o si el deseo se ha vuelto una sombra— no lo enfrentes solo.
Pedir ayuda no es signo de debilidad. Es una forma de respeto hacia ti y hacia quien comparte contigo ese espacio íntimo que merece volver a sentirse vivo.

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